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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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05-10-2012

 

 

 


 

 

 


Roosevelt-Batlle y nosotros

SURda

 

 


 

 

Julio A. Louis

 

 

“Nosotros nos llamamos obreristas, y no socialistas, en cuyo concepto algunos quieren que entre el de la lucha de clases, porque no aceptamos esa lucha, que no puede llevar sino al predominio absoluto e injusto de la clase que resulte más fuerte y a la sumisión de la más débil, y a embarcar a los obreros en aventuras a veces desastrosas, que no siempre son las de sus intereses.” (José Batlle y Ordóñez, “El Día”, 30-XI-1919).

 

“Estoy bien informado de cuánto se hace aquí y le presto mi aprobación completa. Vd. y yo somos del mismo partido.” (Franklin D. Roosevelt a Batlle en su visita a Montevideo. González Conzi-Giúdice. “Batlle y el batllismo” ).

 

“Nosotros pues, en vez de ser enemigos del capital, lo que queremos es hacerlo más vibrátil, más humano. Lo único que le decimos es que es necesario que proceda de otra manera, que se multiplique todo lo que quiera, pero no sacrificando precisamente al hombre…” (Domingo Arena, Cámara de Representantes, 20-XI-1919).

 

La izquierda jamás fue batllista. Frugoni es severo crítico de los “discursos sentimentales” de Arena –el más avanzado de dicha corriente - en tanto se conduele de los explotados sin enfrentar al sistema, permitiendo que el patrón mantenga las cadenas de la esclavitud asalariada.

 

En las primeras elecciones con voto secreto el batllismo es derrotado (1916) y se produce el “alto de Viera”, presidente que sucede a Batlle y Ordóñez e íntimo colaborador: “Bien señores, no avancemos más en materia de legislación económica y social, conciliemos el capital con el obrero. Hemos marchado bastante a prisa” (O. C).

Desde entonces el batllismo realiza infinitos acuerdos con expresiones políticas burguesas y en connivencia con el imperialismo norteamericano, que paulatinamente lo llevan –con un matiz en el período de Batlle Berres- a identificarse con la reacción, culminando en el pachecato y en J. M. Bordaberry. Siempre defensor del capitalismo y del imperialismo norteamericano; y apoyado por el Partido Demócrata de EE. UU.

Durante el gobierno de Pacheco los batllistas más avanzados y anti- imperialistas (Zelmar Michelini, Alba Roballo, Líber Seregni) se unen a la izquierda y contribuyen a fundar el Frente Amplio, nacido con una gama de ideologías (liberales, cristianos, marxistas, etcétera) y la izquierda rescata “lo mejor” del batllismo, sin identificarse con él. Después de las dictaduras de la Doctrina de la Seguridad Nacional, Sanguinetti y Jorge Batlle han liderado la tendencia expresiva del bloque conservador pro norteamericano. Por todo ello la izquierda socialista tiene el deber de explicar los límites del batllismo y reafirmar su irreconciliable posición anticapitalista.

En 2012, ¿cómo nos ubicamos frente al capitalismo en crisis perenne y agravada? ¿Qué pensamos del imperialismo en general, y del norteamericano en particular? Si antes había sobradas razones para ser anticapitalistas y antiimperialistas, ahora las hay aún mayores. Por consiguiente, un gobierno del Frente Amplio no debiera quedar en manos de quienes se consideran “aliados” de los gobernantes del imperialismo –aún, los más retrógrados como Bush- o de quienes no participen de la idea de la integración de Nuestra América como imprescindible para el proceso de liberación nacional. Del mismo modo que el demócrata e imperialista F. D. Roosevelt le dijo a Batlle y Ordóñez que eran del mismo partido, ¿qué sentiríamos si Obama (demócrata e imperialista) pensara como Roosevelt respecto a Batlle y Ordóñez, pero de Vázquez o Astori? El Frente Amplio corre el riesgo de abandonar su orientación antiimperialista y de aproximarse al Partido Demócrata estadounidense y a expresiones pro imperialistas de la socialdemocracia europea. Por ende es hora de reaccionar y de zafar de quienes representan el dogal que asfixiará a la izquierda antiimperialista y socialista, y a la vez, de mantener y profundizar (según Mujica) el “programa post-socialdemócrata” del último Congreso; de proponer candidatos acordes a él y de reencaminar la ruta recogiendo el legado obrero y popular. Importa ganar el gobierno, pero mucho más, recobrar y definir identidad, perdida al extremo que el Secretario del Presidente postula crear un solo partido con blancos y colorados, expresión ultra del equivocado concepto de la “unidad nacional”, que sustituye al acertado de lucha de clases y de bloques de clases. En este Frente Amplio no hay candidatos indiscutibles o “naturales” . En cambio sí hay militantes y simpatizantes decididos a no reiterar otro “triunfo” del estilo de la Concertación chilena, agorero del retorno de la derecha reaccionaria en escaso tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 
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